Minucias urbanas 2

Anoche abrí la ventana para ver cómo se mojaba
la higuera de los vecinos bajo la lluvia.
Unos estudiantes de ingeniería que nunca podan
las plantas. Sus hojas se volvieron brillantes
bajo el rumor del agua, olía a algo bueno.

Tú lavabas los platos de la cena,
intentando desprender las placas de grasa
de la sartén. Canturreabas un estribillo de
Los Beatles.

Apoyada en el alféizar pensé en mi casa,
en las calles llenas de cafés, ese sol implacable.
Recordé otro balcón, otras plantas mucho
menos exuberantes. Más resistentes.

Viniste a mi lado y comentaste el mal
tiempo, la humedad que hace que te
duela la espalda. Lo bonita que está
la higuera aunque nadie la cuide.

Esta mañana sigue lloviendo.
Estamos increíblemente tranquilos.
Como si supiéramos qué siente el otro.
Pero no, claro. Eso nunca se sabe.
Es la suposición lo que me sorprende.

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