Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa

Abrí la mano e intenté acariciarlo.

El perro sin embargo me gruñó,
me enseñó los dientes antes de
que yo pudiera dar un paso haca él.

Era un animal doméstico, rodeado
de seres humanos, bien alimentado
y con un techo sobre su cabeza.

Pero estaba realmente enfadado.

Menos mal que ya no soy una cría
y sé, más o menos, separar las cosas.

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