Y si tengo suerte

Es conveniente que la mujer sea solícita,
pero no tanto que lo sean sus versos.

Me abriré de piernas y, si tengo suerte,
alguien se querrá arrodillar a la altura

de mis caderas.

Si ese alguien no tiene nada que
añadir, si se limita a aceptar la
solemnidad del momento,

sería fantástico.

Nada de suspiros, ni de palabras.
Nada de demostraciones de
ningún tipo. 

Vivimos tiempos difíciles, donde
todo se comenta y se comparte.

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