Aquí mismo
sentada frente al ordenador
puedo mover levemente el cuello
inclinarme hacia un lado
y vomitar un chorro dorado.
Quiero pensar que es posible
vomitar un tubo de luz
o todas estas fieras albinas
que aúllan sin descanso.
Abrir la boca y que salga
lentamente, una mezcla de
animales salvajes mojados
por un destello cegador.
Formar un charco alucinante,
y quedarme vacía por dentro.
Tal vez escuchar el silencio por fin.
No. Creo que no estoy loca.
Porque ese líquido y cada
bestia blanca viven aquí.
Habitan mi cuerpo
como las bolas de pelo
o las pecas. Pero
hay peso en la boca del estómago.
Es el miedo a que todo termine.
El miedo a que no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar :)