Cortando los días como si fueran una tarta de limón,
blandos y glaseados, decido qué hacer con el resto.
Dónde poner los sapos, las llamadas perdidas,
los calcetines sucios de la solitaria.
Tal vez debería limpiarme las uñas para
desprender esa sombra que me imita.
Cortando los días como si fueran un pastel,
decido mostrarle la puerta a una mujer triste
que me ha robado la cara.
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