Las Voces

Cuando era más joven oía voces
en mi cabeza. A veces cantaban,
a veces se asustaban, la mayoría
del tiempo susurraban.

Les gustaban pocas cosas: los pájaros,
el olor a mantequilla derretida,
cómo mi vecino movía la mano
al saludar. Pocas cosas, como ves.

No eran voces peligrosas porque
no querían venganza ni ser
recordadas.

Creo que sólo me llamaban
la atención cuando algo importante
sucedía. Algo que ellas creían que
debía tener en cuenta.

La última vez que las oí fue el
día que mi abuelo murió.
Estaba en la habitación del
hospital, sentada frente al cuerpo.

Mi madre y mi hermana estaban allí.

Entonces dijeron: "Ahora que has visto
vaciarse todo, puedes adivinar de qué
se llena después".

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