Mi aliento
es el ahora.
Que baja por
las piernas.
Llega al suelo.
Y se arrodilla
a cuatro patas.
Estoy satisfecha.
O no. No.
No lo estoy.
Aliento que no es.
Que bebe agua
bajo el olivo.
Me mira
desde fuera.
Una hoja
le tapa los ojos.
Mis rodillas
están desolladas.
Sangre.
Un hilo rojo
a modo de correa.
Ata mi aliento.
Lo ata corto.
Como a un perro
dócil, a la altura
de mis rodillas.
Nuca más alto.
Nunca erguido.
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