Hechicero


Si dijera mi nombre en voz baja,
con la destreza involuntaria de la hechicería,
terminaría con la mutación de las mañanas,
y podríamos desatar la venda que amarra la saliva.

Si lo pronunciara al completo,
sin estigmas de ala ancha,
conseguiríamos pulverizar

las sábanas de alabastro,
el cincel mudo de la ropa,
la mancha tímida entre las piernas,
el rígido abrazo de los dioses.

Y nos desperezaríamos
como enredaderas de piel
por fin uno sobre otro.

Ambos mortales
y hermosamente finitos.

2 comentarios:

  1. Anónimo20.12.23

    Me ha encantado, Marina. Este poema me parece sublime a todos los niveles. Gracias por compartirlo.

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  2. Anónimo20.12.23

    Gracias a ti por tan bonito mensaje :)

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Gracias por comentar :)