Bajo a la ciudad de visita.
Desde la habitación de
mi cuarto provisional veo
el salón de los vecinos.
Tienen las cortinas echadas,
pero la luz de una lámpara
de mesa ilumina las siluetas
de sus habitantes. Una mujer,
un chico joven, tal vez una niña.
Observo sin perder detalle:
necesito la ficción en mi vida.
Alguien que me conoce bien
debe haber montado
un teatro de sombras.
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