Viaje


A 120 Km./h. existe
una visión acelerada
de ese campo de cebada
o del ciprés de pelo oscuro.

La velocidad hace que todo vibre,
que nuestros cuerpos se sacudan
en este mundo empaquetado y fugaz.

Mientras las formas nocturnas
pasan estiradas sobre un costado,
lamiendo la carrocería y los faros.

Y a pesar del impacto repleto de inercia,
a pesar de las constelaciones ancianas
expandidas tras el cristal

continuaremos
quietos
aquí dentro.

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