La vida ha comenzado a ser noble.
Lejos de los dientes de conejo y las partidas de cartas.
Del ordenar rizos con peines ausentes.
Con un magnifico arrecife rodeando el tiempo.
La espuma de los días a punto de romper.
Una nobleza que me interpela directamente.
Tira de mi mano hacia una costa sin coyotes.
Y sonríe, sonríe, sonríe.
Sin preguntarse ni un instante si sé nadar
bajo temporales de aguas tan cegadoras.
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