La cáscara

Te escupí,
te escupí con fuerza
un líquido de luz virgen,
una cascada dorada y fresca,
que salpicó el asfalto y tu camisa
y me vació como las cáscaras de los cítricos.
Sabes que esperaba cara de asombro, rodillas hincadas.
Pero como siempre, solo correspondiste con paciencia y un suspiro.
A veces, hacerse la heroína no sirve de nada.

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