Glam

Quieren un poema glam y sofisticado
que hable de madrugadas y taxis,
lluvia y adoquines resbaladizos,
de paseos nocturnos con cigarro y tacones.
También me piden cajas de música,
rímel apostado en las esquinas,
un poco de dorado en la boca.
Pero yo no conozco nada de eso.
La gomina me repugna,
no bebo combinados ni opino sobre pómulos.
Y más importante todavía: sé que los
maniquíes son rígidos y hablan de una pieza.
No estallan, no revientan bajo la presión del aire
como lo hace mi cráneo cuando quiere escapar.

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