Permanezco sentada y escribo.
Sobre la mansión donde descansaron los guerreros,
sus techos forrados de laurel y la sonrisa esquiva de las lanzas.
Esa casa donde nunca estuve, pavimento de leyendas
y vino dulce, de canciones crueles sobre la victoria.
Lugar que siempre me fue negado por ser una cobarde.
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