Homenaje a William Blake: drama y éxtasis

Si muero en esta tierra de nadie,

sin ser yo del todo ni tampoco 

lo que creo que esperan.


Que no me repatrien, 

que no me incineren.

Nada de suspiros

ni retención de llanto.


Si muero en esta tierra de nadie

donde la lechuza vuela bajo 

y en silencio.


Que me abracen, que me aprieten

aunque esté fría y quepa 

en la palma de sus manos.


Que aúllen y tiemblen cuando

se queden solos, como hago yo

con lo que me arranco de repente.


Sólo así florecerá lo posible

en un lugar de nadie, 

donde la eternidad cabe en una hora

y nunca alcanza su forma definitiva.

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