Me verás,
pelarme tranquila,
con algodón lento,
cada mañana.
Como si fuera
la mujer luminosa del farero,
la hinchazón saludable de los geranios,
cántaros rugosos de leche tibia.
Así me verás,
desnuda
como un melocotón
de azúcar salvaje
que orgulloso
se abre contra el suelo.
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