Mis sinceras disculpas.
Pues.
Aceché a aquel que huía.
Coleccioné las cuencas de sus ojos.
Los mordiscos duros en su cuello.
Cada curva de sus pómulos.
Mis sinceras disculpas.
Pues.
Perseguí al hombre sin dueña.
Y amé de rodillas
como nadie debe ser amado.
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