Todos tus días están justificados,
eres el domador de lápices,
el que pela con esperanza la madera.
Fijas la ley del destilado de la uva,
recorriendo las copas con tus dedos,
bebiendo ofrendas mudas al raso.
Y tendrás palabras sin desperdicio,
y camisas rodeadas por tu cuello,
y olerás a porche bajo la lluvia.
Por eso, si desesperas
estallará el firmamento
en puntas de basalto.
Y vendrá a por nosotros.
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