Algarve

No salgo de mi asombro:
una cigüeña camina frente a mí,
despegándose del polvo,
sin tentaciones de huir.

Me observa y no vuela,
quieta como un hueso.

Y con ella recuerdo que,
a pesar de la muerte,
la sorpresa se mantiene
siempre intacta
en las esquinas.

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