Perdices

Mañana saldremos temprano,
nos levantaremos sin legañas,
cargando escopetas de perdigón dorado,
directos a la ciénaga, directos al invierno.
Y correremos entre olivos azules y niebla espesa
solo por ellas, para ver un instante sus alas crujientes,
la promesa de un cuerpo ligero que bombea sangre,
que huye para no caer muerto a nuestros pies.
Mañana nos levantaremos al alba,
y cazaremos como dementes
expulsando lana y vaho
como si todavía
estuviéramos
vivos.

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