La Asfixia

La pasión es una sorpresa.

Un accidente químico,
como la masa que se inflama,
que rebasa el borde del cuenco

y se desborda,

se derrama sobre el mármol y
lo asfixia con su carne mórbida.

La pasión es fermento sin cocer,
es hinchazón perfecta, blanco puro.

Un milagro amorfo y crudo.

Que sin embargo reducimos con las manos,
arrebatándole cruelmente el aire interno.

Y sobándola, le damos forma comestible,
la reducimos a una bola prieta.

A materia inofensiva, previsible.

Para cocerla finalmente,
donde adquirirá una corteza dorada.

Una cáscara uniforme que hiere
encías y adormece la lengua.

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