Lago helado

Hundo los pies en medio metro de hielo mientras sale vaho de mi boca. Avanzo lentamente y hace mucho frío, el aire que expulsa mis pulmones se eleva hacia el cielo convertido en una nube blanca. Aunque esté concentrado en asegurar mis pasos sobre la nieve, no puedo dejar de notar que la montaña me observa. Siento cientos de ojos invisibles sobre mí. Pupilas fijas posadas en las ramas de los árboles, miradas sin párpado que me vigilan desde el suelo. Pero a pesar de su muda amenaza continúo adelante. Sé que tras la siguiente colina aparecerá el lago.

Hay un lago helado. Un remanso de nieve y silencio, donde el azul y el hielo son los reyes absolutos. Nadie se acerca por allí, sólo los pájaros y sus nidos, algún zorro, alguna perdiz, alguna liebre. Los árboles son oscuros y viven inmóviles, a la espera del cielo y sus tormentas nocturnas.

Y en ese lago congelado me aguarda alguien. O algo. Un muerto. Hay un muerto en aquel lugar. Un hombre sin vida, congelado, que ahora descansa bajo las aguas sólidas. Que lleva meses llamándome. Susurra en mi oído por las noches, pidiéndome que vaya a por él, que lo saque de allí. Al principio era una silueta gris, que se aproximaba silenciosa mientras dormía. Aunque le hablaba no me respondía, simplemente se quedaba allí, mirándome sin ojos, esperando. Pero poco a poco se fue adentrando en mi mente. Aprovechaba las horas de sueño profundo para hablarme. Con una boca sin voz se acercaba lentamente. Me pedía que fuera al lago, que lo rescatara de aquella tumba. Su presencia era grave, muy lejana, como si se tratara de un reflejo o existiera solo en parte. Me susurraba que no podía tardar, que me esperaba. Que aquella montaña era una trampa.

Por eso camino sobre la nieve, para intentar rescatarlo del olvido. Sólo lo recuerdan los buitres que volaron sobre su cuerpo y el lago que lo custodia. Eso me parece tan triste que no puedo ignorarlo. Así que hundo mis pies en el hielo, lucho contra los peligros del invierno para que se venga conmigo. Mientras asciendo la última cuesta oigo un murmullo. Un ruido casi imperceptible, como un montón de nieve cayendo de una rama. O un cuervo volando en la lejanía. Me detengo a escuchar. Nada. Sin embargo la sensación de sentirme vigilado se agudiza. Cada vez más, presiento que me adentro en un lugar peligroso. Como si todo lo que me rodea estuviera conspirando contra mí, como si la montaña y su lago helado fueran un cepo oculto. Reanudo mi marcha con cautela, dispuesto a llevar a cabo cuanto antes mi propósito. 

Alcanzo el final de la colina y el lago aparece ante mí. Una laguna pequeña, de un color azul oscuro, rodeada por abetos verticales, muy agrupados entre sí. Ver los árboles tan juntos rodeando el agua me da la sensación de encontrarme frente a un pozo, un agujero más que un lago. Al descender hacia él siento miedo. Tanto silencio es inquietante. Nada cruje, nada se mueve. Es como una tumba, la cámara oculta donde la vida se suspende. Y todo sigue mirándome. El lago helado me observa fijamente, así como los abetos y la nieve. Sospechan de mí, saben que vengo a por él.

Lleno mi pecho de aire frío y me acerco lentamente al borde. Me asomo a sus aguas rígidas. Todo está quieto ahí abajo. Abro la boca y susurro... "¿Estás ahí? ¿Estás ahí abajo?" Aguardo un momento, pero no hay respuesta. "¿Hola? He escuchado tu petición, he venido a por ti ¿El lago te tiene preso?" Nada. Silencio sepulcral. Me acerco un poco más a la superficie del agua "¿Me oyes? ¿Puedes oírme?"

Oigo de nuevo el murmullo tras de mí. Al girarme veo una mano que me empuja. Una mano helada, azul, con unas espantosas uñas negras, como podridas. Pero no puedo ver nada más, porque caigo al lago. El hielo se quiebra casi sin hacer ruido y me traga antes de que pueda gritar. Las aguas me abrazan, me hunden pesadamente. Miles de agujas heladas pinchan mi carne, hace tanto frío que apenas puedo moverme. Antes de perder el conocimiento miro hacia arriba y veo una silueta sobre la superficie que me resulta vagamente familiar. Y una voz muy parecida a la mía susurra sobre el agua "¿Estás ahí? ¿Estás ahí abajo?" y lo último que pienso es que necesito que me saque de aquí. Buscaré la forma de que me rescate de esta tumba de hielo.

        

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar :)