Con los dedos sobre el teclado
recuerdo otros momentos como éste.
Cuando aquel gato desapareció en el jardín.
El día que tuve que buscar un poema sobre la muerte,
un texto digno para el entierro de mi abuelo.
Los meses en que me alejé de mis amigos.
El Monte Perdido, ese que nunca escalé.
Y por supuesto, el suicidio de X.
Es cíclico, esto de adiós.
Parece eterno.
Cierro los ojos para descansar,
intento buscar un idioma útil.
Imagino almidón sobre granos de arroz,
una película irrompible de pena.
Veo silos repletos de este cereal,
formando un mar de nostalgia.
Podría saltar sobre él.
Si abro la puerta y me tumbo,
si hundo la cara entre semillas,
me transformaré en una
cáscara vacía.
El azul es el rey absoluto.
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