*

Puedo mantenerme absolutamente quieta.
No mirar los interruptores, dejar que venga la noche.
Sin apenas respirar y con una pared frente a mi.

Un muro de yeso blanco,
                                       o una puerta cerrada,
si prefieres.

Soy capaz de hacerlo.

Si quiero permaneceré quieta como una taza.
Sin llamar a nadie y con un huevo en la boca.
Buscando sin voz a mis seres amados.

A los que están lejos, a los que me cuidan.
Para que acudan a mi encuentro
y bajen del altillo mi alma,
                                         o mi cabeza,
si se atreven.

Continuaré atenta, a la espera.
Rodeada ya por la oscuridad.
Dentro de la noche más larga.

Pero siempre de una pieza,
siempre obstinada en florecer.

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