Un larguísimo acantilado de espejos
flota alrededor de sus ojeras.
Su belleza es demoledora.
Se lleva el cigarro a los labios
como una mariposa colosal.
Al parecer, resulta que sí
arde Sodoma.
Porque me rompe las pupilas.
Porque parece que rasgue
cuatrocientos brotes de hierba.
O que vomite flores
en todo lo que salpica.
También sería perfecto
que hurgara en sus muelas
para sacar todo tipo de regalos.
Un ruiseñor invertido
o sirope de aliento.
Pero si algo he aprendido
es que un pájaro bocabajo
suele estar muerto.
Y que si viene hacia mi,
es muy probable
que termine en el asiento
del copiloto
llorando.
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