Lo amontono en mi cerebro,
hago una montaña blanca,
soplo ligeramente sobre él
para que flote y sea bello.
Una vez está todo dispuesto,
enmarco tu rostro con ambas manos,
lo acaricio amorosa y triste.
Haré polvo de tu recuerdo,
lo sepultaré bajo miles de plumas
y los pájaros vendrán a lavarse
en los charcos de mi pena.
Así nunca más podré distinguir
tu cara de las siguientes caras
que vendrán a visitarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar :)