En el callejón

Apoyarse en el muro de ladrillos,
con una pierna flexionada y la
palma de una mano exhausta.

Levantar la cara hacia el negro,
donde miles de caballos galopan
infinitamente hacia el vacío.

Rezarles fervientemente
en silencio, una vez más.

Ignorando los mensajes de
¿Dónde te has metido?
que nunca responderás.

Doblarte ligeramente
hacia delante

y escupir.

Que la saliva parezca
una constelación sólida.

Que concentre todo tu
sarcasmo en forma líquida.

Para poder volver dentro
un poco más liviana.

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