El poder es tal que puedo moler alabastro
en un mortero de piedra durante horas.
Hacer una blanca montaña pulverizada
y darle forma de aspirina.
Puedo confeccionar mi propia medicina,
mis pastillas de polvo de cristal.
Tragarlas sólo con un poco de agua,
sin apenas abrir la tráquea.
Puedo modelar cualquier elemento
que sea puro: la nieve dura del camino,
un colmillo de mi hombre, toda la niebla.
Y triturarlos, reducirlos, abarcarlos.
Tragarlos.
Para que se mezclen con la sangre
y formen parte de mi carne.
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