Reflexiones aleatorias mientras ordeno la casa

Me falta un calcetín. 

El par se ha deshecho, seguramente porque al meterlos en la lavadora uno de ellos se ha caído por el camino, o se ha quedado dentro del cesto de la ropa sucia. Estas cosas pasan, pequeños accidentes cotidianos que van más allá de nuestros deseos. Está claro que yo quiero lavarlos juntos. No tiene ningún sentido separarlos, porque un calcetín sólo pierde su razón de ser. Necesito dos calcetines. Porque tengo dos pies, no uno. 

Voy a la galería a comprobar si se ha quedado olvidado en algún rincón. Miro en la lavadora, en la bolsa de la colada. Nada, no está. Salgo al pasillo y reproduzco el camino que he hecho cargada con el montón de ropa sucia. Me arrodillo para asomarme debajo de la cama, detrás de la puerta, en el baño. Busco incluso entre los abrigos colgados en el recibidor. Ni rastro. 

Decido abandonar con un suspiro resignado. No está. Simplemente ha desaparecido, no hay que darle más vueltas. No hay que perder el tiempo. Me levanto y vuelvo a la lavadora para poner el programa de lavado rápido. Ya aparecerá. 

Pulso el botón y los comandos se iluminan. Con una eficacia previsible, dentro del tambor empiezan a salir chorros de agua, espuma, jabón blanco. La ropa empieza a dar vueltas. Durante un instante, veo aparecer el calcetín desparejado. Solitario. Se pega al cristal de la puerta, lleno de burbujas. Un sentimiento de desasosiego me invade. Leve, pero perfectamente definido. Ajeno a mí, el calcetín vuelve a mezclarse con las prendas mojadas. Lo he perdido de vista.

Mentalmente le hablo, al calcetín: no te preocupes, traeré a tu pareja de vuelta. Me doy la vuelta y regreso a la oscuridad del salón mientras un pensamiento vuela silencioso sobre mi cabeza, como un susurro apenas audible.

"La desesperación nace de la esperanza. Pero es difícil para alguien vivir sin esperanza, por lo que la única opción es vivir con la desesperación"

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por comentar :)