La soledad de una noche de mayo

El techo es infinito.
No se mueve.

Tumbada boca arriba
pienso en la ausencia.

Y mis ojos ya tienen arrugas:
tal vez debería hacer algo.

Los lamentos llegan
pero nadie los secunda.

La Luna calla,
porque allí no hay nadie.

Las estrellas me ignoran,
porque no son de carne y hueso.

Tengo que salir
a buscar a los míos.


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