Lo que realmente sucedió el día que te mentí

En la cafetería, quieta y sin hablar.
Aparecieron cascadas de azúcar sobre la barra.
Explotaron las paredes, todos los clientes huyeron.
Nos envolvió una lluvia de servilletas cuando me tocaste.
Y cuando el escaparate se dividía en triángulos transparentes,
decidiste hablarme de toda la luz que nos estrangulaba.
Con la boca muda, como si sostuviera un plato de colmillos,
era incapaz ni siquiera de ordenar las palabras.

Maldita sea.

Tú allí de pie, fosforescente dentro del caos más absoluto,
con una avellana suave junto a la boca.

Esperando.

Mientras mi sangre irrigaba con una presión intolerable

BUM, Bum, BUM, Bum

un flujo rojo que susurraba "dile la verdad, tócale la nuca"
y otras frases similares, pero mucho más sinceras.

Eras como el acantilado de caliza blanca,
un telescopio de largo alcance.

El futuro perfecto.

"Lo siento, pero será mejor que no digas nada más"
Respondí poniendo el vaso boca abajo.

"Vámonos"

Y entonces, lo recordarás,
fue cuando la noche hizo su casa entre nosotros.

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