Si estás ahí, Padre, házmelo saber

Si estás ahí, Padre, házmelo saber.
No me arranques de la luz.
Aparta el azul de mi garganta.

Si estás ahí, rompe el silencio.

Porque tengo miedo, Padre.
Me asusta que no estés.

Que no seas.

Quisiera luciérnagas en los dientes,
polvo espacial bajo las uñas.

Por eso si estás ahí, abandona la broma.
Sal de tu escondite, cuelga las guirnaldas.

Porque solo tú puedes amansar estas fieras,
liberar el amor que me duerme la lengua.

Dime que me escuchas, Padre.
Que asientes en silencio.

O que moverás ligeramente la mano
para equilibrar la sombra que habita el espino.

Por favor, Padre.

Si estás ahí, ven a mi encuentro.
No me niegues el relámpago.

Eleva este ruego a las nubes.

Porque le temo a mi propia voz.
Me asusta lo que dice.

Por eso, Padre Invisible,
prométeme que existes.

Y que me harás inocua.

Para evitar que mi sombra
provoque otro eclipse
en el brillo de sus ojos.

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