Una entre tantas

Era mi compañera de clase,
flequillo y pelo liso, negro,
de un brillo extraterrestre.

Era también mi amiga, y yo
me enorgullecía secretamente
de ello. Iba a su lado en los pasillos,
le pasaba el canuto, teníamos
bromas privadas.

Siempre más alta que yo, más guapa.
Tal vez menos despierta, aunque
más graciosa. La adoraba.

Podría haber parado
entonces, cuando me venía
grande el uniforme.

Cuando todavía escribía los
poemas en un cuaderno
y repasaba los versos mientras
me ataba los cordones.

Ella era mi cómplice.
Leía las palabras como si
fueran mensajes en Braille,
frunciendo levemente los labios,
pasando las yemas de los dedos
sobre cada letra.

Como he dicho, era difícil
no quererla.

Debería haberlo dejado entonces, con
todo por hacer. La inocencia intacta,
el chicle en la boca. Mi amiga fiel.

Una entre tantas, que todavía
no había escrito sobre sus muertos.

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