Una gaviota sangrante
sobrevolando tu cabeza.
Qué imagen más potente.
Puro drama: plumas
rojas, un pico abierto.
Y tus ojos siguiendo
la estela. Su planear
sobre el acantilado.
Deseas que lo consiga.
No sabes el qué.
Pero que lo consiga.
Llegar al nido.
Aterrizar a salvo.
Encontrar a los suyos.
Casi ni parpadeas.
No la pierdes de vista.
La gaviota herida,
sangre rojo intenso.
Su vuelo errante,
un destino lejos
de tierra firme.
La gaviota sangrante,
un animal luchando.
Ahora convertida
en un punto en
el horizonte...
Que desciende,
lentamente.
Que deja de volar.
Que se estrella
contra el muro
de agua.
En completo silencio.
Tus ojos abiertos,
incrédulos.
Fijos en un Océano
inerte, que no deja
ninguna huella
de su paso.
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