Un día normal me desprendo de las cutículas.
Sorbo las burbujas amarillas del culo del batido.
Y me uniformo con el pijama desde la madrugada.
Pero si me retas, puedo hacer de mi brazo un parabrisas.
Que aparte tazas y platos, que me tumbe sobre la mesa.
Para freír polvo en cantidades industriales
y llenar mi lengua de tráfico implacable.
Si me buscas querré verte incandescente
como una fábrica de neumáticos ardiendo.
Mientras invento con cara de gamberra,
que sólo consumo 100 litros a los 100.
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