y oigo a mi voz durmiendo
junto a mi.
Miro hacia la ventana
que sopla sobre
las cortinas blancas.
Las flores nocturnas
se abren y oscilan
como círculos azules.
Hay globos en mi boca
y un brillo de esperanza
crepita sobre la hierba.
Cierro lentamente los ojos
y confío en la ausencia
del dolor, en la tregua
que me ofrece mi mente.
Que se acerca a mi cuerpo
relajado y pequeño
con un ramo de menta
entre las manos.
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