Vuelve

Me tiemblan las aletas de la nariz, 

tiemblan 

cuando alargo la mano y acaricio la puerta,
pues aunque no estás, me faltas y me bastas.

El cuello de tu camisa es como una casa de luz
y veo hojas de menta recortadas en tu cara.

No temas pues a mi furia: ahuyentaré al arsénico, 
espantaré a las crías que florecen en mi pecho, 
a todos los dioses de la montaña, cada bocado de su miedo.

Así que
            vuelve,
                        vuelve,
                                    vuelve.

Y coseré para ti un nido de carne blanca y suave
resistente al impacto de todos los meteoros.

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