La receta para el desastre no lleva sangre real.
Ni cócteles molotov con doble mecha.
Todo ocurre aquí dentro, en la sala de la grasa.
Donde muevo muebles toda la noche.
Y le cardo el pelo a la demencia.
La fórmula secreta lleva pues mis sesos de hembra.
O tal vez un corderito guardado en algodón.
Que esta noche me danza sobre la cara.
Mientras por un roto en las bragas
se escapa mi querencia hacia la vida.
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