Estoy en una cueva.
No importa mucho por qué.
Y en el rincón hay un colmillo.
Un incisivo blanco y afilado.
Sin muescas ni fisuras.
Al cogerlo sigue frío.
No le importa que lo apriete.
Que me lo acerque a la yugular.
Y que intente hundirlo en mi cuello.
Con un breve gesto arrebatado.
Asiste indiferente a mi simulacro.
Como un objeto ya separado.
De aquel abismo dentado.
Y hambriento de carne.
Que un día me mordió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por comentar :)