Qué sorpresa:
la tentación ha llegado y estamos atentos.
Aunque no se pose habita tu cara,
y con un seísmo 6.9 en la escala Richter
reduce tu lengua a una ola violeta.
Qué sorpresa:
la tentación nos aplasta
y tritura todas las flores,
las ofrece sobre tus dientes.
Menuda sorpresa:
debe ser el temblor,
o los tallos de tu paladar,
pero realmente quiero besarte.
A ti, al seísmo y a cada una
de nuestras bocas machacadas.
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