No me fió de la vida, se escapa como el vapor.
Y cuando llegue El Final todo estará oscuro.
Si el espíritu fuera un ancla coleccionaría ganchos.
Pero hay una parte que nos flota sin permiso.
Un globo de helio bajo el fósforo del hueso.
Que vuela sin descanso, que busca ventanas.
No me fío de la vida, se aleja con el segundero.
Y en El Final no habrá ninguna luz que me guíe.
Pero dicen que el espíritu es un faro pequeño.
Hecho de trozos de boca y entrañas, de amor.
Una apuesta imposible al Pegaso de la carrera.
Que tiene mi cara y habla imitando mi voz.
Aunque no me fíe de la vida, vigilo lo de dentro.
Y debo confiar. Pero sé que cuando me rompa,
quiera o no, este espíritu escapará de mi misma
hacia ningún lugar.
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