Decidimos enterrarlo lo antes posible.
Arrastrando su cuerpo por el patio,
desviamos la mirada de las costillas.
El esqueleto extendido era una flecha,
la diagonal de la despedida.
Y yo lo espiaba pensando
"ayer estaba vivo, pero hoy no"
"ayer estaba vivo, hoy no"
¿Qué era aquello que cargábamos?
Al dejarlo junto al roble vi uñas violetas
y ramas de esmeralda sobre su hocico.
Tan hermoso.
Quise coserme para no sentir,
y poder tumbarme junto a él
en la fosa del jardín.
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