Mi primer día en La Consultora X

Entro en el baño pensando en la traducción de una palabra,

usuario.

Me siento en la taza buscando algunos sinónimos,
posibles salidas a una repetición previsible en el texto.

De pronto, oigo un susurro.

Alguien solloza en el compartimento de al lado.
Una mujer intenta no hacer ruido.

Levanto la ceja: al parecer es cierto,
la gente también llora en la oficina.

En el trabajo, en pleno día.
Rodeada de extraños.

Si.

Es tan triste, que me subo las bragas
moviendo todo el cuerpo,
estiró de la cadena y carraspeo.

Sin transición, abro la puerta
y me lavo furiosamente las manos,
salpicando la obscenidad del mármol veteado.

Hago ruido, mucho ruido.
Para dejarla sola.

Convencerla
de que no me he dado cuenta
adquiere una importancia absoluta.

Finjo toser y salgo mirando fijamente
la moqueta, que transcurre ante mis ojos
como un mural ajeno.

Ella debe seguir a salvo.
Nada más importa.

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