Exhibiendo atrocidades
por WhatsApp.
Un pie entrando en la piscina,
lluvia estancada, un gato enfermo.
El Cosmos reducido a píxeles,
una foto de la oscuridad del jardín.
Grava y hormigas desordenadas.
El coche siempre vacío del vecino.
Fotos de una magia que no se puede
capturar, ni tampoco compartir.
Si no están aquí, o yo allí, no se ve.
No se entiende, no se vive.
Sin embargo, (aquí me ordeno el
flequillo). Pongo cara solemne.
Sin embargo.
Se debe combatir la magia con la magia.
Has de creer que guardas en la manga
algo imposible, algo que hará brillar
sus ojos. Que los hará quererte.
El lenguaje de las abejas. Una broma
genial, la receta secreta del pastel de limón.
Un ejército de gorriones a tu disposición.
El color de pintalabios definitivo, el
silbido que domestica todos los perros.
O la magia más rara de todas: el deseo de
hacer lo correcto, lo lógico, lo esperado.
La magia que les hará aplaudirte.
El truco definitivo.
Comprometerte con lo fácil.
Casarte con aquel que niega
tu sombra. Subir al templo
de una vida tranquila.
Colocarte frente al altar,
como una bruja de magia
terrorífica.
Para entregar a tu primogénita
en sacrificio.
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(Dedicado a mi querida
hermana Anna).
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